Yo vi sobre un tomillo
Quejarse un pajarillo,
Viendo su nido amado,
De quien era caudillo,
De un labrador robado.
Vile tan congojado
Por tal atrevimiento
Dar mil quejas al viento,
Para que al cielo santo
Lleve su tierno llanto,
Lleve su triste acento.
Ya con triste armonia,
Esforzando el intento,
Mil quejas repetia;
Ya cansado callaba,
Y al nuevo sentimiento
Ya sonoro volvia.
Ya circular volaba,
Ya rastrero corria,
Ya pues de rama en rama
Al rustico seguia;
Y saltando en la grama,
Parece que decia:
“Dame, rustico fiero,
Mi dulce compania”;
Y que le respondia
El rustico: “No quiero.”
(Esteban Manuel de Villegas)